Como sabemos, el impuesto de los refrescos es adoptado cada vez por más países, pero desde algunas organizaciones como, por ejemplo, Action on Sugar (AoS), consideran que es una medida limitada y que el gravamen debe ampliarse a los productos de confitería y chocolates, también han pedido la prohibición de las promociones y ofertas de estos productos que captan la atención de los consumidores entorpeciendo la lucha contra el sobrepeso y la obesidad.
Ante este tipo de medidas que se solicitan, la industria dice que un impuesto selectivo no es efectivo para luchar contra la obesidad, así lo considera CAOBISCO (Asociación de Chocolate, Galletas y Confitería). Esta asociación reconoce que la obesidad es un problema mundial que es necesario resolver cuanto antes, pero es poco probable que gravar los alimentos con impuestos individuales sea una medida efectiva para alcanzar el objetivo. La razón argumentada es que la obesidad es el resultado de diversos factores, alimentación, estilo de vida, sedentarismo, etc., por lo que una solución como el gravamen introducido de forma arbitraria es un error.
Estos comentarios se realizan a raíz de este estudio desarrollado en el Reino Unido, en el que se sugiere introducir un impuesto en los chocolates, productos de confitería, aperitivos y snacks dulces, ya que con esta medida probablemente se produciría una reducción de su consumo. Los investigadores explican que estos productos tienen un alto contenido en azúcar y grasas, por lo que su consumo es un claro factor de riesgo para sufrir sobrepeso y obesidad. Introducir el impuesto reduciría su compra y beneficiaría especialmente a los consumidores con economías limitadas.
CAOBISCO comenta que la experiencia ha demostrado que para abordar el problema de la dieta y los problemas relacionados con el estilo de vida, la introducción de los impuestos en algunos países no ha sido una solución efectiva. También apunta que según los propios estándares de la Organización Mundial de la Salud, este tipo de medidas son recomendaciones de poco calado. No es esa la información que se lanza desde la OMS, recordemos que cuando se implantó el impuesto del azúcar en Sudáfrica, esta organización recibió muy bien la medida y esperaba que otros países africanos secundaran la iniciativa a fin de frenar el incremento del sobrepeso y la obesidad.
De hecho, en el año 2016 la OMS realizó un llamamiento a nivel mundial, para que se introdujera un impuesto del 20% en las bebidas azucaradas, la organización defendía este gravamen asegurando que sería efectivo para reducir el consumo de este tipo de bebidas, así se reflejaba en este informe (Pdf) que se presentó coincidiendo con el Día Mundial de la Obesidad. Por tanto, ¿en que se basa CAOBISCO para decir que la OMS reconoce que esta medida es débil y de poco calado?
CAOBISCO apunta que la introducción del mencionado impuesto en ciertos productos podría tener un efecto significativo en la competitividad del sector agroalimentario, afectando especialmente a las pequeñas empresas, opinión que asegura que fue confirmada en 2014 por la Comisión Europea. En el informe elaborado entonces por la CE, se apuntaba que los impuestos podrían reducir el consumo de determinados productos, pero no necesariamente el consumo de los ingredientes específicos, esto es irse por las ramas. Pero lo cierto es que desde ese informe, muchas cosas han cambiado y los argumentos de esta asociación caen en saco roto.
Se habla de competitividad y, por tanto, de pérdidas económicas, por lo que se pone por delante la situación económica a la salud de los consumidores. Estos fabricantes deberían centrarse en reformular cuanto antes sus productos y reducir el contenido en azúcar y grasas en vez de intentar evitar que se introduzca un impuesto, gravamen que no sufrirían con un cambio en la formulación. Como siempre, se argumenta que este tipo de gravámenes lo sufren especialmente los consumidores con economías deprimidas, ya que se trata de medidas regresivas que reducen aún más el poder adquisitivo.
Según leemos aquí, CAOBISCO explica que son necesarias múltiples acciones para hacer frente a la obesidad, un conjunto de medidas que fomenten y permitan a las personas realizar cambios sostenibles que les beneficien. Pues sí, y una de esas medidas debería ser, o bien la introducción de un impuesto que deba afrontar exclusivamente la industria en todos los productos que tengan valores elevados de azúcares y grasas, o legislar para obligar a la industria a que los reduzca hasta niveles
Como sabemos, el impuesto de los refrescos es adoptado cada vez por más países, pero desde algunas organizaciones como, por ejemplo, Action on Sugar (AoS), consideran que es una medida limitada y que el gravamen debe ampliarse a los productos de confitería y chocolates, también han pedido la prohibición de las promociones y ofertas de estos productos que captan la atención de los consumidores entorpeciendo la lucha contra el sobrepeso y la obesidad.
Ante este tipo de medidas que se solicitan, la industria dice que un impuesto selectivo no es efectivo para luchar contra la obesidad, así lo considera CAOBISCO (Asociación de Chocolate, Galletas y Confitería). Esta asociación reconoce que la obesidad es un problema mundial que es necesario resolver cuanto antes, pero es poco probable que gravar los alimentos con impuestos individuales sea una medida efectiva para alcanzar el objetivo. La razón argumentada es que la obesidad es el resultado de diversos factores, alimentación, estilo de vida, sedentarismo, etc., por lo que una solución como el gravamen introducido de forma arbitraria es un error.
Estos comentarios se realizan a raíz de este estudio desarrollado en el Reino Unido, en el que se sugiere introducir un impuesto en los chocolates, productos de confitería, aperitivos y snacks dulces, ya que con esta medida probablemente se produciría una reducción de su consumo. Los investigadores explican que estos productos tienen un alto contenido en azúcar y grasas, por lo que su consumo es un claro factor de riesgo para sufrir sobrepeso y obesidad. Introducir el impuesto reduciría su compra y beneficiaría especialmente a los consumidores con economías limitadas.
CAOBISCO comenta que la experiencia ha demostrado que para abordar el problema de la dieta y los problemas relacionados con el estilo de vida, la introducción de los impuestos en algunos países no ha sido una solución efectiva. También apunta que según los propios estándares de la Organización Mundial de la Salud, este tipo de medidas son recomendaciones de poco calado. No es esa la información que se lanza desde la OMS, recordemos que cuando se implantó el impuesto del azúcar en Sudáfrica, esta organización recibió muy bien la medida y esperaba que otros países africanos secundaran la iniciativa a fin de frenar el incremento del sobrepeso y la obesidad.
De hecho, en el año 2016 la OMS realizó un llamamiento a nivel mundial, para que se introdujera un impuesto del 20% en las bebidas azucaradas, la organización defendía este gravamen asegurando que sería efectivo para reducir el consumo de este tipo de bebidas, así se reflejaba en este informe (Pdf) que se presentó coincidiendo con el Día Mundial de la Obesidad. Por tanto, ¿en que se basa CAOBISCO para decir que la OMS reconoce que esta medida es débil y de poco calado?
CAOBISCO apunta que la introducción del mencionado impuesto en ciertos productos podría tener un efecto significativo en la competitividad del sector agroalimentario, afectando especialmente a las pequeñas empresas, opinión que asegura fue confirmada en 2014 por la Comisión Europea. En el informe elaborado entonces por la CE, se apuntaba que los impuestos podrían reducir el consumo de determinados productos, pero no necesariamente el consumo de los ingredientes específicos, esto es irse por las ramas. Pero lo cierto es que desde ese informe, muchas cosas han cambiado y los argumentos de esta asociación se caen en saco roto.
Se habla de competitividad y por tanto de pérdidas económicas, por lo que se pone por delante la situación económica a la salud de los consumidores. Estos fabricantes deberían centrarse en reformular cuanto antes sus productos y reducir el contenido en azúcar y grasas, en vez de intentar evitar que se introduzca un impuesto, gravamen que no sufrirían con un cambio en la formulación. Como siempre se argumenta que este tipo de gravámenes lo sufren especialmente los consumidores con economías deprimidas, ya que se trata de medidas regresivas que reducen aún más el poder adquisitivo.
Según leemos aquí, CAOBISCO explica que son necesarias múltiples acciones para hacer frente a la obesidad, un conjunto de medidas que fomenten y permitan a las personas realizar cambios sostenibles que les beneficien. Pues sí, y una de esas medidas debería ser o bien la introducción de un impuesto que deba afrontar exclusivamente la industria en todos los productos que tengan valores elevados de azúcares y grasas, o legislar para obligar a la industria a que los reduzca hasta niveles que se consideren saludables. Por cierto, seguramente la mayoría de las empresas del sector de los chocolates, las galletas y la confitería, verán con buenos ojos la introducción del etiquetado semáforo a conveniencia.
No será extraño que antes o después termine introduciéndose ese gravamen que teme CAOBISCO, ocurre como con el impuesto de los refrescos, se estuvo hablando durante tiempo de ellos y al final se están introduciendo.
Foto 1 | hensever
Foto 2 | VISITFLANDERS
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