Desde hace algunos años se sabe que los consumidores chinos prefieren adquirir alimentos importados en lugar de los que se producen en el país y la razón es que no confían en los alimentos que se producen a nivel nacional debido a la gran cantidad de escándalos alimentarios que se han sucedido en los últimos años. El fraude afecta a todo tipo de productos y en los canales de venta física y online, a pesar de que en este último caso, en 2016 entró en vigor una estricta reglamentación para mejorar la seguridad de los productos alimentarios comercializados en tiendas en línea.
Hoy conocemos una investigación realizada por expertos de la Universidad de Newcastle (Reino Unido) en la que se concluye que el fraude alimentario en China es una oportunidad para los productos de la UE. Los investigadores comentan que los consumidores chinos siguen teniendo preocupaciones muy afianzadas sobre la seguridad alimentaria y el fraude en la cadena de suministros a nivel nacional, y afirman que los resultados muestran que a pesar de las reformas y regulaciones alimentarias que se han realizado en los últimos años, los consumidores siguen manteniendo el mismo nivel de desconfianza y consideran que los productos importados son más seguros y de mayor calidad.
También siguen estando dispuestos a pagar más por los alimentos de importación, sobrecoste asociado a la autenticidad y a la confianza, por lo que mientras puedan pagar un poco más, seguirán prefiriendo los productos importados a los de producción nacional. Los expertos utilizaron metodologías cualitativas y cuantitativas para comprender las preocupaciones de los consumidores chinos sobre el fraude alimentario y evaluar las actitudes hacia los alimentos importados de Europa.
La investigación cualitativa se centró en siete grupos focales (un grupo focal es una técnica cualitativa de estudio de las opiniones o actitudes de un público) con consumidores de entre 18 y 45 años de edad de tres ciudades chinas, Beijing, Guangzhou y Chengdu, con el fin de analizar las preocupaciones de los consumidores chinos en relación al fraude alimentario. Una encuesta cuantitativa posterior probó hipótesis derivadas de la primera investigación cualitativa, así como las teorías sobre la relación entre las medidas actitudinales, como la percepción de riesgo, la percepción de beneficios asociados a la autenticidad o la confianza social, con la intención conductual de realizar compras de productos auténticos, como es el caso de los productos europeos que son percibidos de este modo.
En base a los resultados, los expertos recomiendan a los fabricantes europeos una serie de medidas que serán percibidas por los consumidores chinos como garantía de inocuidad alimentaria. Mostrar claramente el país de origen en el producto, ya que los consumidores consideran que los alimentos europeos son más seguros que los producidos en China, utilizar las certificaciones ecológicas y las geográficas como la Denominación de Origen Protegida, utilizar las certificaciones industriales y las de Indicación Geográfica a fin de capitalizar el país de origen de los productos.
Es importante colocar en los envases señales descriptivas de autenticidad porque los consumidores tienen más confianza en medidas que son difíciles de falsificar como, por ejemplo, las etiquetas, los sellos y los precintos a prueba de manipulaciones, que permiten proteger el contenido de un envase o salta a la vista cuando hay signos de manipulación. También se recomienda utilizar señales de autenticidad específicas para cada producto, considerando que cualquier investigación de mercado debe incluir esta información como una parte importante de las pruebas de producto.
En los resultados del estudio se destaca que los participantes manifestaron tener dudas en relación a esos distintivos de autenticidad que son adoptados por los fabricantes, como determinadas certificaciones o el uso de códigos QR que, según consideran, son fácilmente falsificables y se necesitan conocimientos adicionales para poder identificar si la información a la que conduce el código es verídica. De todos modos, los expertos creen necesario seguir investigando y trabajar con distintos segmentos socioeconómicos, ya que en esta investigación participaron sobre todo consumidores chinos de clase media.
Según la investigación, si los productores europeos se esfuerzan un poco más por mostrar las señales antes indicadas de confiabilidad, se agregará un valor neto a los productos, ya que como hemos comentado, los consumidores chinos están dispuestos a pagar más por ellos. Podéis conocer todos los detalles de la investigación a través de este artículo publicado en la página web de la universidad, y en este otro publicado en la revista científica Plos One.
Foto 1 | David Woo
Foto 2 | Chris Billman
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