El Instituto Grattan de Australia es un instituto independiente creado en el año 2008 cuya misión es la de analizar los problemas que tiene el país a través de la investigación, el análisis de datos, etc., para proponer soluciones rigurosas y prácticas que mejoren la calidad de vida de los ciudadanos australianos. Hoy conocemos un informe lanzado por este instituto, en el que se considera que es necesario introducir un impuesto del 40% en los refrescos y bebidas azucaradas, como la mejor opción para luchar contra el sobrepeso y la obesidad, recuperando además parte de los costes sanitarios para tratar estos problemas.
Los expertos del instituto explican que el impuesto aumentaría el precio de un refresco de dos litros en 80 centavos de dólar, lo que permitiría recaudar unos 500 millones de dólares al año, además, con el gravamen se reduciría en un 15% el consumo de bebidas y refrescos azucarados, aumentando el consumo de otras bebidas que no estarían sujetas al impuesto. Esta propuesta nos recuerda a la presentada en la India a finales del año pasado, en la que también se planteaba un gravamen del 40% en los refrescos y bebidas azucaradas.
El informe explica que la actual situación de la obesidad en el país cuesta a los contribuyentes más de 5.300 millones de dólares al año, las personas obesas tienen mayor probabilidad de acudir al médico y de ser ingresadas por enfermedades relacionadas con el exceso de peso, y también de estar en paro, y por tanto, pagan menos impuestos que el resto de la población, este es un desequilibrio que consideran se puede corregir con la introducción del gravamen.
Se reconoce que un impuesto en las bebidas azucaradas no va a ser la solución a todos los males causados por la epidemia de la obesidad, y que serán necesarias diferentes intervenciones y acciones a nivel individual y en toda la población en general, pero al menos se va a poder reducir el gasto sanitario causado por el consumo excesivo de azúcar. Según el instituto, se han de tomar medidas drásticas, ya que en la actualidad uno de cada cuatro adultos sufre obesidad, además, el 7% de la población infantil es obesa. Estas cifras se incrementan año tras año y se considera necesario y urgente actuar cuanto antes.
En el documento se estima que alrededor de un 10% del problema de la obesidad en Australia está generado por el consumo de bebidas azucaradas, por lo que es importante intentar reducirlo, y evidentemente, piensan hacerlo como se ha propuesto o se ha hecho en otros países, a golpe de impuestos. Los responsables del instituto citan como ejemplo a otros países que ya han introducido el gravamen o lo introducirán en breve, Francia, Irlanda, Reino Unido, Bélgica, Hungría, algunos Estados de Estados Unidos, etc., por ello, se pide al Gobierno del país que reconsidere la medida e introduzca el impuesto.
Sobre el dinero obtenido con el impuesto, además de reducir el déficit presupuestario y mejorar la financiación sanitaria, se podrían poner en marcha programas para tratar la obesidad y fomentar la alimentación saludable. Cómo se deberían repartir y asignar los fondos recaudados es un tema que se podría tratar posteriormente, pero a priori, se considera urgente introducir la medida. Por otro lado, en el informe se apunta que la población come muchos alimentos poco saludables, si en ellos se introdujera el coste sanitario de la obesidad, el precio de estos productos se incrementaría de forma significativa, favoreciendo el consumo de alimentos más saludables. Por tanto, no sólo están en el punto las bebidas azucaradas, también lo están los alimentos con exceso de calorías y reducido valor nutricional, aunque de momento no se ha hablado sobre este grupo de productos.
El documento analiza el problema desde un punto de vista económico, concluyendo que la factura del consumo de refrescos azucarados es muy elevada. Se apunta que no se pretende ser la “niñera” de la población, pero no se debe permitir que lo que haga cada uno afecte al resto de la sociedad. En este caso, quien abuse de estas bebidas debería pagar un impuesto para no cargar el gasto de sus problemas sanitarios, actuales o futuros, al resto de contribuyentes. Australia y Nueva Zelanda son países con la tasa más alta de consumo de bebidas azucaradas en el mundo, se calcula que per cápita, se consumen unos 76 litros por año, lo que se traduce en un elevado aporte de azúcar al organismo.
Además del impuesto, se proponen otras medidas como la de poner en estas bebidas etiquetas de advertencia para la salud, restringir la publicidad y la venta en escuelas, hospitales y otros edificios públicos, etc. Pero se considera que el mensaje más contundente y con mayor efectividad es aplicar un fuerte gravamen que desanime el consumo. Como ya hemos comentado en anteriores ocasiones, se han realizado varias campañas de concienciación que al parecer no han sido muy efectivas, podemos citar esta campaña en la que se veía a un chico tomando 16 sobres de azúcar, el equivalente al contenido de un refresco de 600 mililitros.
De nuevo volvemos a apuntar que sólo se habla de impuestos, no se habla de subvencionar los alimentos más saludables, obligar por legislación a reformular las bebidas para que se reduzca el contenido en azúcar (y no valen las regulaciones voluntarias que lleva a cabo la industria), introducir la asignatura de nutrición en las escuelas, etc. Seguramente no tardaremos en conocer la respuesta de la industria del sector, hablarán de la pérdida de miles de puestos de trabajo, de que no está demostrada la relación entre el consumo de las bebidas y el aumento de la obesidad… Podéis conocer más detalles de la noticia a través de este artículo publicado en la página web del Instituto Grattan.
Foto 1 | Spectrum Clicks
Foto 2 | Health Gauge
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