La percepción que muchos consumidores tienen del agua embotellada es que es un agua mejor que la que se obtiene del grifo, que el envase de plástico que la contiene la preserva y protege, y que es más transparente, limpia e inmaculada. Como sabemos, las marcas de agua embotellada suelen promocionar su producto como un agua de calidad, definiéndola como la esencia de la pureza. Es un mensaje que parece calar porque la venta de agua embotellada crece año tras año de forma imparable.
Pero, ¿qué opinarían los consumidores si supieran que se pueden encontrar microplásticos en el agua embotellada de todo el mundo?, de acuerdo que no se ha demostrado que este material, que también podemos encontrar en los suelos agrícolas, en la sal, en los alimentos marinos y en otros productos, sea perjudicial para los consumidores, pero existe gran desconocimiento del tema y apenas se sabe si estos materiales pueden afectar a la salud humana. En septiembre del año pasado la EFSA (Agencia de Seguridad Alimentaria de la Unión Europea) consideraba poco probable que los microplásticos fueran perjudiciales para los consumidores, juicio precipitado, sobre todo, porque la misma agencia reconocía que había mucho desconocimiento sobre el tema.
El caso es que un estudio llevado cabo por investigadores de la Universidad Estatal de Nueva York (Estados Unidos) y Orb Media, organización sin ánimo de lucro que lleva a cabo trabajos periodísticos que destacan por desafiar la forma en la que se observa el planeta, definiéndose como un tipo de periodismo refrescante y accesible para personas de diferentes nacionalidades, razas, religiones e idiomas, ha encontrado que el 93% del agua embotellada del mundo está contaminada con microplásticos.
Los expertos analizaron 259 botellas de agua que fueron adquiridas en 19 ubicaciones diferentes de nueve países, entre las muestras se incluyeron marcas conocidas como San Pellegrino, Dasani, Aquafina, Nestlé Pure Life o Evian, y en ellas encontraron materiales como el polipropileno, el nylon y el tereftalato de polietileno (PET). Se determinó la presencia de 10.4 partículas plásticas grandes o superiores a 100 micras de tamaño por litro de agua, pero en lo que respecta a partículas pequeñas con un tamaño de entre 6.5 y 100 micrones, la presencia se disparó hasta 314.6 micropartículas plásticas de media por litro. En las conclusiones del estudio se apunta que se han detectado variaciones de la presencia de estas partículas plásticas, entre botellas y lotes de la misma marca.
Los investigadores comentan que esta cantidad es el doble de lo que se ha encontrado en el agua del grifo en estudios anteriores de Orb Media. Según esos resultados, en la Unión Europea, un recipiente de 500 mililitros de agua del grifo contiene un 1’9% de promedio de estos microplásticos, en países como Estados Unidos el grado de contaminación es más elevado, afectando al 94% del territorio y con un promedio de fibras microplásticas que ronda el 4’8%.
Parece ser que a raíz de los resultados, los periodistas se pusieron en contacto con dos de las marcas líderes en la venta de agua para comunicarles los resultados, las empresas ya sabían que había estas partículas plásticas y confirmaron su presencia en el agua que comercializan, pero apuntando que el estudio exagera la cantidad. Aquí leemos que Nestlé criticó la metodología del estudio por el uso del colorante Nilo Rojo, Coca Cola argumenta que cuenta con estrictos métodos de filtración, pero reconoce que se pueden encontrar niveles mínimos de estas micropartículas incluso en productos que han sido altamente tratados.
Hay que decir que el estudio no ha sido revisado por pares, método que se utiliza para evaluar la calidad, rigor científico, originalidad, etc., de una investigación antes de proceder a su publicación, lo cual juega en contra de los investigadores que han realizado este trabajo. Otro tema a destacar es que las partículas fueron detectadas con una técnica en la que se procede a la adhesión de un tinte denominado Nilo Rojo que permite detectar rápidamente la presencia de partículas plásticas en el agua de mar, haciéndolas fluorescentes ante un tipo de luz. Con esta técnica sólo se detectan las partículas más grandes por la espectroscopia, lo que indica que no se puede confirmar la presencia de las partículas más pequeñas, pudiendo ser falsos positivos. En este caso los responsables del estudio creen que se puede considerar como probables partículas de microplástico, pero lo cierto es que es un argumento de poca validez, siendo necesaria una confirmación.
Pero nos podemos quedar con hechos confirmados: el agua embotellada contiene microplásticos y las compañías lo reconocen, no se sabe cuál puede ser el impacto de la ingesta de estos materiales para la salud, a nuestro organismo accede una gran cantidad de estos microplásticos a través de diferentes canales (agua, alimentos, etc.), y el microplástico se ha convertido en un desperdicio predominante que podemos encontrar en muchos lugares. La ingesta de microplásticos es mayor de lo que se pueda imaginar y lamentablemente se desconoce a ciencia cierta si existe algún tipo de interacción entre nuestro organismo y las sustancias químicas que forman parte de estas micropartículas plásticas.
Merece la pena destacar que, a raíz de esta investigación que podéis consultar en este artículo (Pdf), la OMS (Organización Mundial de la Salud) ha anunciado que va a llevar a cabo un estudio para determinar los posibles riesgos del agua de las botellas de plástico para la salud. Aunque la verdad, esto será difícil de determinar si el trabajo se basa en la revisión de los estudios realizados donde las evidencias disponibles son muy limitadas, por lo que será necesario realizar nuevas investigaciones para poder llenar esos vacíos informativos y poder valorar la situación para tomar decisiones.
Foto 1 | Klearchos Kapoutsis
Foto 2 | Todd Morris
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