Washington se ha convertido en el primer Estado de Estados Unidos que prohíbe los compuestos perfluorados en los envases alimentarios, a partir de la entrada en vigor de la nueva norma, estará prohibido que las bolsas de palomitas de maíz para microondas, las cajas de pizza o los envases y envoltorios de los productos que ofrecen las cadenas de comida rápida, incluyan perfluorocarbonos (PFCs) o perfluoroalcanos.
A pesar de que desde hace varios años se sabe que ciertas sustancias como los compuestos perfluorados pueden provocar cáncer o resistencia disminuida a las infecciones (inmunotoxicidad), muchas empresas alimentarias estadounidenses, como las cadenas de comida rápida, siguen utilizando envases que contienen estos compuestos. Estas sustancias forman parte de la formulación química aplicada a envases como las cajas para patatas fritas, hamburguesas o pizzas, e incluso en las bolsas de la comida para llevar, por su capacidad de repeler la grasa.
Estas sustancias pueden integrarse en los alimentos a través de un proceso de lixiviación, es decir, los alimentos actúan como disolventes con algunos elementos químicos integrados en los envases, lo que provoca su integración en el producto de consumo. Además, otros factores que influyen en la cantidad de compuestos químicos que se incorporan en los alimentos son la temperatura y el tiempo que el alimento en cuestión en contacto con el envase que lo contiene.
Como decíamos, el Gobernador de Washington ha firmado esta ley que prohíbe los compuestos perfluorados en los envases alimentarios, pero existe una condición para que sea efectiva, que el Estado identifique una alternativa más segura. En anteriores ocasiones otros estados del país han intentado implantar una prohibición similar, pero no se ha podido llevar a cabo, la prohibición que ahora se establece en Washington supone una derrota para la industria química y del envasado, pudiendo sentar precedente para que ahora, otros Estados secunden el ejemplo.
Productos químicos como el PFAS o el PFC se han relacionado con el cáncer, enfermedades de la tiroides, una reducción en la efectividad de las vacunas infantiles, así como otros problemas de salud graves. No es sólo un éxito para la salud de los consumidores, también lo es para el medio ambiente, ya que los compuestos perfluorados (PFCs) son contaminantes persistentes, es decir, pueden durar muchos años siendo muy difíciles de eliminar, facilitando, además, que puedan pasar a través de los diferentes estadios de la cadena alimentaria.
Aquí explican que durante décadas las empresas químicas han procurado ocultar la creciente evidencia de que los productos químicos PFAS eran nocivos para la salud humana y el medio ambiente. Gracias a la presión de la EPA (Agencia de Protección Ambiental), algunas de estas sustancias químicas fueron eliminadas, sin embargo, los nuevos compuestos, en teoría inocuos, que reemplazaron a estas sustancias y que se pueden utilizar en los envases alimentarios, son compuestos que no han sido debidamente estudiados y probados para determinar que son seguros para la salud.
Como apunte merece la pena destacar que con las leyes del secreto comercial, en algunos casos los datos que se facilitan a las agencias reguladoras sobre las sustancias que se utilizan en los envases son limitados, no se dan a conocer los elementos químicos que se están utilizando realmente, algo que para muchos no tiene ni pies ni cabeza, es como si en su momento la legislación se hubiera realizado a medida de la industria química y del envasado.
En teoría, la ley debe entrar en vigor en el año 2022, siempre y cuando el Departamento de Ecología del Estado haya identificado una alternativa segura para el envasado alimentario para el año 2020, lo que no se aclara es lo que pasará si llega la fecha estipulada y no se presenta la alternativa.
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