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viernes, 7 de julio de 2017

Informe sobre el crecimiento de los cultivos transgénicos en el mundo 2016

Alimentos modificados genétcamente

El ISAAA (Servicio Internacional para la Adquisición de Aplicaciones Agro-biotecnológicas) ha publicado el informe sobre el crecimiento de los cultivos transgénicos en el mundo 2016, en él se destaca que el año pasado se logró alcanzar un nuevo récord, llegando a cultivarse 185’1 millones de hectáreas, lo que supone un aumento de 4’1 millones de hectáreas con respecto al año 2014. Aún así, no es un crecimiento tan significativo como el que se produjo en el año 2013, cuyo incremento se cifró en 6’5 millones de hectáreas.

En el informe se destacan un total de 26 países del mundo, 19 países en vías de desarrollo y 7 países industrializados responsables de la producción de transgénicos en el mundo. En Europa se apunta que la superficie cultivable creció un 17% con un total de 136.000 hectáreas cultivadas, como era de esperar, el primer productor con 129.081 hectáreas dedicadas al cultivo de maíz transgénico ha sido España. Sobre el crecimiento a nivel mundial, el informe explica que en 21 años el cultivo de alimentos modificados genéticamente ha experimentado un incrementado del 110%, pasando de 1’7 millones de hectáreas en el año 1996 a 185’1 millones en el año 2016.

Sin embargo, merece la pena destacar que aunque se habla de récord, ha habido una reducción en el número de países que cultivan transgénicos, ya que en el año 2014 lo hacían un total de 28 países, 8 industrializados y 20 en vías de desarrollo. Pero los países que cultivan transgénicos aumentan la superficie que destinan a este tipo de alimentos, por lo que suplen las bajas que se han producido. El ISAAA considera que la razón del incremento de la producción guarda relación con los beneficios que proporcionan este tipo de cultivos.

El ranking de países productores de cultivos biotecnológicos, como es habitual está encabezado por Estados Unidos con un área de 72’9 millones de hectáreas (0’2 millones menos que en 2014), le sigue Brasil con 49’1 millones (7’1 millones más que en 2014), Argentina con 23’8 millones de ha (0’5 millones menos que en 2014), Canadá con 11’6 millones de ha (misma cantidad que en el 2014), pero logrando conquistar el cuarto puesto que ostentaba en 2014 la India, que en este último informe destina al cultivo de transgénicos 10’8 millones de hectáreas, 0’8 millones menos que en 2014. Por tanto, a la vista de los resultados, se puede decir que el país que ha experimentado mayor crecimiento es Brasil, cuya carrera en el cultivo de alimentos biotecnológicos parece imparable.

Estos cinco son el grueso de países que destinan más recursos a la producción de alimentos transgénicos. El Servicio Internacional para la Adquisición de Aplicaciones Agro-biotecnológicas destaca los beneficios económicos que todos los países que cultivan transgénicos han obtenido, la contribución que han tenido a conservar la biodiversidad, así como la reducción del impacto medioambiental gracias a que ha disminuido en un 19% el uso de herbicidas. Se destaca la reducción significativa de los gases de efecto invernadero, equivalente a retirar 12 millones de coches al año y contribuyendo a mitigar los efectos del cambio climático, la contribución que han realizado para reducir la pobreza y el hambre, al beneficiar la biotecnología a 18 millones de pequeños agricultores y a sus familias, lo que supone un total de 65 millones de personas que han mejorado sus condiciones de vida.

Alimentos biotecnológicos

Los países desarrollados fueron responsables del 46% de la producción de alimentos biotecnológicos, y los países en desarrollo fueron responsables del 54% restante. Volviendo a la Unión Europea, España es el bastión de los alimentos modificados genéticamente con 129.081 hectáreas que representa el 95% del cultivo europeo, las 7.000 restantes se repartieron entre Portugal, República Checa y Eslovaquia. El ISAAA declara que los cultivos modificados genéticamente son un recurso agrícola indispensable por ser más productivos y rentables y por requerir menos esfuerzos en comparación con los cultivos convencionales. Además, son productos que benefician directamente a los consumidores por sus características y particularidades. A través de este enlace podréis conocer más detalles de este informe.

Varios puntos del informe podrían ser cuestionados, se habla de la reducción del uso de herbicidas y de otros productos fitosanitarios, sin embargo, en el año 2013 podíamos saber que grandes compañías que se dedican a la producción de insecticidas, como es el caso de Syngenta, confirmaban un incremento significativo de las ventas de productos fitosanitarios para tratar el maíz. La razón es que los agricultores concienciados con la resistencia que han generado los insectos que atacan sus cultivos, han decidido retomar los sistemas tradicionales de antaño, utilizando estos productos para proteger el maíz. A esto hay que añadir las malas hierbas y las súper malezas que se están haciendo resistentes a la acción de herbicidas como el Roundup, ocupando cada vez más extensión de tierra cultivable, algo de lo que hablábamos aquí.

Sobre la mayor productividad y rentabilidad de los transgénicos, estos son aspectos cuestionables, se pueden citar muchos estudios que se han desarrollado en los últimos años, concluyendo que los transgénicos no son tan rentables como cabría esperar. Un ejemplo es este estudio presentado el año pasado por el Centro de Transferencia Agroalimentaria del Gobierno de Aragón, que tras haber estudiado la evolución del cultivo de maíz modificado genéticamente y del maíz convencional, constataron que este último rendía tanto o más que el maíz biotecnológico.

Que tengan los cultivos transgénicos más presencia en los países en vías de desarrollo no se debe a que los agricultores los demanden más, quizá en estos países la legislación es más precaria, resulta más sencillo influir en los gobiernos y vender humo a los agricultores. En fin, es lógico que el informe muestre los datos del modo más favorable posible, hay que tener en cuenta que el ISAAA es una organización internacional sin ánimo de lucro que defiende a capa y espada la biotecnología agrícola.

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