Cuando hacemos repostería y panadería casera es fácil que en la despensa nos juntemos con varios paquetes de harina, si hacemos pan a menudo compramos varios kilos de harina y además distintas variedades, harina de trigo blanca e integral, harina de centeno, harina de avena, harina de escanda… La principal preocupación es conservarla en perfecto estado hasta su uso, lo normal es que la harina pueda durar varios meses sin problema, pero a veces nos sorprende un paquete o un tarro de harina con habitantes inesperados, larvas, polillas, gorgojos… que desagradable.
La harina, así como otros cereales, granos y frutos secos, es susceptible a enranciarse y también a que aparezcan los bichitos. Y cuando la harina es integral el riesgo de que se estropee es mayor, pues ésta conserva el germen del cereal que es rico en ácidos grasos, y ya sabéis que las grasas son muy propensas a enranciarse. Así que es muy importante cómo se guarda la harina en la despensa para evitar ambas cosas, aunque en el primer caso no nos hemos encontrado.
Por el contrario, a veces nos hemos encontrado con paquetes de harina recién comprados que al abrirlos ya no estaban en buen estado, es decir, tenían larvas, y esto en principio es fruto de una mala conservación en el comercio, humedad, temperaturas cálidas… Esto también puede pasar en la despensa de casa, cuando llega la primavera es momento de extremar precauciones para que no se eche a perder nuestro stock de harinas.
Normalmente las despensas son espacios con poca luz, secos y con una temperatura no muy cálida, pero todo depende de donde estemos. La harina necesita estar bien envasada, con poco aire, y en un ambiente seco y fresco. Una forma de que la harina tenga mayor duración es guardarla en el frigorífico, pero ¿sabíais que la harina se puede guardar en el congelador?
Pues así es, puede decirse que la harina se puede congelar con el objetivo de prolongar su vida útil, como la de todos los alimentos que congelamos, pero claro, no responde igual porque su contenido en agua apenas es apreciable. Recuperarla para poder utilizarla es muy fácil, basta con dejarla unos minutos a temperatura ambiente. Ahora bien, conviene no abrir el recipiente o el paquete hasta que la harina se haya atemperado, pues la humedad del aire se condensaría en la superficie fría pudiendo afectar al sabor.
Para congelar harina se pueden utilizar tarros de vidrio que cierren herméticamente, también bolsas de congelación, bolsas de vacío (también se puede envasar la harina al vacío para conservarla más tiempo en la despensa o en el congelador), en su mismo paquete que después se introducirá en una bolsa o recipiente adecuado… y siempre procurando que quede el mínimo de aire posible en el interior.
Seguramente este consejo os habría ido muy bien este verano pasado, pero ahora ya lo sabéis para la próxima temporada de calor, para que no se os estropee la harina en la despensa, podéis guardarla en el congelador.
Foto | Rockindave1
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