A finales de junio, ganaderos y agricultores estadounidenses solicitaban al Congreso de Estados Unidos que pusiera en marcha una Ley Federal del etiquetado transgénico con carácter urgente, la razón argumentada era que de este modo se evitaría que aparecieran diferentes legislaciones con distintos requisitos en otros Estados del país, creando un mosaico legislativo complejo. Apenas pasaron unos días y se presentó la propuesta de esta ley que fue aprobada por el Comité del Senado para la Agricultura, Nutrición y Silvicultura.
Pero todavía tenía que ser aprobada por el Senado (cámara alta) y la Cámara de Representantes (cámara baja del Congreso). Pues bien, al final ha sido aprobada la Ley Federal del etiquetado transgénico en Estados Unidos, ayer la Cámara de Representantes aprobó la nueva legislación y ahora sólo resta una formalidad para que pueda entrar en vigor, la firma del Presidente Barack Obama (La Casa Blanca ya ha manifestado que apoyará la nueva legislación). La nueva Ley Federal del etiquetado transgénico anula la Ley del etiquetado de los alimentos transgénicos de Vermont, algo que han aplaudido asociaciones como la Grocery Manufacturers Association (Asociación de Fabricantes de Alimentos) a la que pertenecen muchas grandes compañías como Nestlé, Coca Cola, PepsiCo, BASF, Kellogg’s, Monsanto, Syngenta, etc.
Con esta nueva legislación las empresas podrán proporcionar la información sobre los alimentos modificados genéticamente a través de distintos canales, mediante códigos de barras, texto, códigos QR, símbolos, enlaces digitales o un teléfono de atención al cliente. Muchas de estas opciones informativas no suelen ser utilizadas por la mayoría de los consumidores, pero de este modo se evita colocar en las etiquetas alimentarias el mensaje ‘materias primas transgénicas’, precisamente lo que reivindican quienes quieren la información sencilla, clara y accesible. Contemplad la ilustración que encabeza este post que hemos visto en Twitter, en ella realizan una pregunta sobre cada uno de los dos etiquetados, dice: ¿Puede leer esto?, evidentemente, a primera vista y sin perder tiempo sólo podemos leer la información de la izquierda, para la otra es necesario utilizar un dispositivo electrónico.
Los activistas comentan que con la nueva ley la trasparencia informativa se reduce significativamente, consideran que se trata de una ley hecha a medida para las empresas, creen que utilizarán la legislación para inducir a error a los consumidores. Para la industria es un paso dado en la dirección correcta, ya que como hemos comentado, se elimina la posibilidad de crear un mosaico legislativo desordenado. Con la nueva ley se puede decir que todas las opciones informativas antes indicadas, serán utilizadas por la mayoría de empresas y en un gran número de productos alimentarios, ya que hasta un 75% de los productos procesados que se comercializan en el país contienen al menos un ingrediente transgénico. Recordemos que hasta el 90% del maíz y la soja que se cultivan en Estados Unidos es transgénica y muchos alimentos utilizan estos ingredientes. A esto hay que sumar que en un 90% del queso que se elabora en Estados Unidos se utiliza cuajo que ha sido modificado genéticamente, y también se comercializan algunas frutas y verduras transgénicas. Esta norma de etiquetado nacional podría ser una bendición para las empresas preocupadas de que el hecho de colocar una etiqueta informando sobre la presencia de transgénicos, sea percibida por los consumidores como algo peligroso.
Al respecto, merece la pena recordar que una encuesta solicitada por la Asociación Americana de la Soja, el Consejo Nacional de Cooperativas de Agricultores, la Asociación Nacional de Grano y Pienso y la Asociación Internacional de la Industria de Snacks al Grupo MSR, empresa especializada en el análisis de mercados, la obtención de datos cuantitativos a través de mediciones realizadas con programas de investigación personalizados, etc., mostraba que el etiquetado transgénico de la Ley de Vermont provocaba que los consumidores percibieran erróneamente los alimentos, de todo ello hablábamos aquí.
La nueva ley no requiere que se etiqueten los alimentos que se sirven en los restaurantes y tampoco se identificará a los animales que han sido criados con alimentos transgénicos, algo que reivindicaban en su momento agricultores y ganaderos. Las empresas productoras de materias primas querían que los piensos con los que se alimenta a los animales no estuvieran sujetos a la nueva legislación con el pretexto de que la carne y la leche de vacas alimentadas con cultivos transgénicos no contienen rasgos modificados genéticamente, algo en lo que no están de acuerdo algunos investigadores. Tampoco se etiquetarán los alimentos producidos a través de la edición genética, técnica con la que se silencian determinados genes para evitar problemas como el pardeamiento que sufren patatas o manzanas entre otros alimentos.
Llama la atención que la Organic Trade Association (Asociación de Comercio Orgánico) que apoyaba la Ley de Vermont, haya decidido apoyar ahora esta Ley federal (ver Pdf), la razón es que esta legislación incluye algunos puntos que benefician al sector, como por ejemplo la disposición que permite a las empresas de alimentos ecológicos etiquetar sus productos como “No Transgénicos”, un sinsentido para muchos. En cambio sobre el uso del término ‘natural’ en los alimentos transgénicos no se hace ninguna referencia en la ley, recordemos que la ley de Vermont determina que no se podrá utilizar este término en los alimentos que contengan materias primas transgénicas.
Se ha aprobado la Ley Federal del etiquetado de alimentos modificados genéticamente, pero según explican aquí, quedan muchas cuestiones que deberán ser resueltas por el USDA (Departamento de Agricultura de Estados Unidos). Por ejemplo, si los productos refinados como el aceite de soja o el azúcar de remolacha tendrán que ser etiquetados, la razón es que el producto final de estos cultivos transgénicos no contiene ningún material modificado genéticamente, como restos de ADN o proteínas. El USDA también se encargará de realizar una encuesta en un plazo máximo de un año desde la fecha de la aprobación de la ley para la identificación de posibles desafíos tecnológicos, como utilizar etiquetas inteligentes o códigos digitales, ya que esto podría impedir que una parte de los consumidores tuviera acceso a la información.
La Ley de Vermont ofrecía mucha más transparencia y acceso a la información, así que muchas personas lamentan que todo el esfuerzo realizado para sacar adelante dicha ley, se haya truncado. Para la mayoría de empresas agroalimentarias ha sido un triunfo para evitar el mosaico de leyes que se podía haber creado y facilitar que la información se ofrezca como crean más oportuno, sin alterar sus sistemas de etiquetado. Muchos grupos ecologistas y asociaciones de consumidores consideran que la nueva ley deniega a los consumidores su derecho a saber de los alimentos que consumen, que se trata de un circo, una puesta en escena orquestada por la industria alimentaria con un gran poder e influencia en la política estadounidense.
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