Ha sido un gran trabajo el realizado por la industria alimentaria relacionada con el mundo del azúcar para lograr sumir en la ignorancia durante décadas a los consumidores, se han realizado cientos de estudios financiados por la industria de los refrescos o por la industria del azúcar en los que se concluía que no existía relación entre el consumo de bebidas azucaradas y la obesidad, desviando el tema hacia el exceso de grasas y apuntando, además, su asociación con otros problemas de salud.
La industria azucarera ha influido durante años en las recomendaciones dietéticas oficiales de todo el mundo, se han silenciado los riesgos del abuso del azúcar mediante regalos y otros favores a algunos investigadores, por lo que no era de extrañar que muchos de los estudios realizados arrojaran conclusiones favorables o al menos neutras para el azúcar. El 80% de los estudios que fueron financiados por las compañías de los refrescos, no encontraron problemas significativos por el consumo de bebidas azucaradas, curiosamente, el 80% de los estudios independientes llegaron a una conclusión opuesta.
Recordemos que una investigación mostró que la industria del azúcar de Estados Unidos había pagado para que unos investigadores desarrollaran un estudio que permitiera minimizar la relación entre el azúcar y las enfermedades cardíacas, colocando al consumo de grasas saturadas como el verdadero problema de estas enfermedades. En 1967 ya se habían relacionado al azúcar y a las grasas saturadas con factores de riesgo de enfermedades del corazón y muerte precoz, sin embargo, en el estudio analizado, los investigadores atribuyeron riesgos como la caries al consumo de azúcar, como si se tratase de un mal menor, de ello hablábamos aquí.
Durante años, la lucha contra la obesidad y otros problemas de salud se centraron en la reducción de las grasas, dando alas y éxito a los productos con bajo contenido en grasa y sin importar su contenido en azúcar, esa ha sido la tendencia durante años en la alimentación de la población, descuidando los peligros que encierra el azúcar y los que también no ingerir grasas saludables, por lo que los consumidores hemos sido manipulados durante muchos años. Por fortuna, muchas organizaciones han luchado contra la deliberada desinformación orquestada por el lobby del azúcar y se puede decir que poco a poco se está ganando la batalla, ya que cada vez más personas son conscientes del alcance de las consecuencias que tiene el abuso del azúcar.
A día de hoy se sigue negando dicha relación, las empresas del sector aseguran que no existen pruebas que demuestren que el azúcar es peligroso, atendiendo sólo a los resultados de los estudios en los que han estado de algún modo implicadas. Llegó un momento en el que incluso se restaba importancia a una mala nutrición, asegurando que la clave era el balance energético y que los consumidores debían dejar de preocuparse por las calorías y hacerlo por la actividad física que se realiza para quemarlas.
Un ejemplo fue la creación de Global Energy Balance Network, organización respaldada por Coca Cola que tuvo que cesar su actividad de lucha contra la obesidad al desaparecer los recursos económicos con los que contaba, ya que se habían devuelto las contribuciones económicas de Coca Cola (1’5 millones de dólares) debido a que esta empresa había sugerido a la organización cambios en la declaración de objetivos, mostrando que tenía una firme intención de inclinar la balanza hacia sus intereses.
No se pueden aceptar este tipo de comuniones entre la industria alimentaria y la comunidad científica, la ciencia debe velar por los intereses del consumidor y no por los de la industria alimentaria. Desde la organización alemana Foodwatch, se realiza un llamamiento para que este tipo de colaboraciones cesen, pero para ello es necesaria la unidad, ya que es difícil poder hacer frente a las grandes compañías cuyo poder se extiende por el mundo económico, político y científico.
Foto | Pwever
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