Hoy venimos a contaros una de nuestras primeras experiencias gastronómicas en Roma, la que menos nos gustó, y os contaremos por qué nos decepcionó (quizá) más de lo normal. Decir que la primera experiencia fue la del desayuno, pues llegamos a esta ciudad italiana bien temprano y nada más soltar las maletas saltamos a la calle para tomarnos un capuccino, una focaccia, un panini, un tramenzzini… Pues bien, pecando de ingenuos (a veces también es una experiencia) preguntamos sobre algún restaurante con estrella Michelin cerca de nuestro hotel, y nos hablaron del restaurante La Rosetta, y nos fiamos.
De modo que a la hora de comer nos dirigimos a este restaurante ubicado en la Vía della Rosetta número 9, pensando eso, que tenía 1 estrella Michelin. Nos sorprendió que en su oferta no hubiera un menú degustación (o sea, que de lo que pone en la web, nada de nada), simplemente nos dieron la opción de elegir tres platos de la carta para hacer una degustación, al precio de 50 euros por persona. También nos sorprendió la carta de vinos, infinitamente más extensa que la carta de platos, según leemos en la web del restaurante tienen más de 800 referencias, pero debemos deciros que por los precios, para la gran mayoría no son accesibles, los más baratos rondaban los 40 euros.
Como no conocíamos la cocina del chef y propietario de La Rosetta, Massimo Riccioli (en su web explica que tiene una dilatada experiencia, que busca sabores y buenas combinaciones e ingredientes exclusivos y al parecer, el pescado está entre sus especialidades), pedimos que fuera el propio cocinero el que nos conformara el menú, que de sus propuestas nos sirviera las seis (tres platos por persona) más ricas y/o emblemáticas, y son las que podréis ver a continuación. También podréis ver el vino que tomamos en la galería de imágenes, y como os hemos comentado, estaba sobre los 40 euros.
En un principio pensamos que cuánta razón había cuando se hablaba de las distintas varas de medir que tienen los inspectores de la Guía Michelin para valorar los restaurantes a los que otorgar los (preciados) reconocimientos en forma de estrella, porque, aunque en países en los que la cultura gastronómica pasa por comer sin mesa ni mantel las valoraciones pueden ser distintas, no las entendíamos en restaurantes de países tan similares como Italia y España. Pero lo dicho, después descubrimos que La Rosetta no tenía 1 estrella Michelin, sólo el Plato Michelin, lo que viene a decir que ofrece una cocina de calidad. Pues también nos parece demasiado, sobre todo después de visitar otros restaurantes de Roma que hacen mejor cocina y no lucen en las guías.
Obviamente no vamos a entreteneros explicándoos los platos que tomamos en La Rosetta (al final fueron siete y además un risotto para la niña (3 años) que era más bien un arroz hervido con (aroma a) pescado al precio de 20 euros), podéis verlos en la galería de fotos y haceros una idea de lo que se puede encontrar en este restaurante. Dicho sea de paso que es nuestra intención hacer una crítica negativa de un restaurante, ni siquiera una crítica, pues ya sabéis que no va con nosotros a pesar de que a menudo nos lo habéis pedido, sino que queremos evitar que otras personas que viajan a otro país para disfrutar de su gastronomía, también pequen de ingenuos, sirviéndose de nuestra experiencia.
Hay que decir que la cosa no empezó mal con la presentación de un plato con tres ostras, pero para esto sólo hay que tener buen producto, no hace falta una cocina, y eso que ni siquiera estaba separada la ostra de su valva. Pero con el ceviche de gamba presentado en la cáscara de la fruta de la pasión ya nos empezó a defraudar, pues las gambas estaban cocidas por acción del cítrico. La cosa empeoró con una especie de hamburguesas rebozadas y grasientas, eran de anchoa, una mala fritura que se presentaba sobre una rodaja de calabacín y con una salsa verde indefinida. Fue mejor la fritura de calamares y gambas, pero para nada es un plato de un restaurante del nivel al que se vende, ni por ejecución ni por presentación, en La Rosetta las bolsas de mézclum van que vuelan, o no, porque un sábado tener sólo dos mesas, y de turistas…
En las fotos también podréis ver la descuidada presentación del salteado de setas y calamares, que estaba rico, pero no a ese precio, cualquiera puede hacerlo en casa. Y también los espaguetis (no era de pasta fresca), así como el plato extra, dos porciones de atún acompañadas de otro puñado de mézclum y un par de finas rodajas de patata. También cabe señalar que los platos llegaban cuando salían de la cocina, no cuando habíamos terminado los primeros, y a veces se nos amontonaban en la mesa, se enfriaban antes de poder probarlos… El chef se fue antes de que termináramos de comer, quizá por ello nos quedamos sin postre. La cosa fue así: los dos camareros, que como ya os hemos comentado sólo tenían dos mesas que atender, nos dieron las cartas para elegir los postres cuando terminamos los platos del ‘menú degustación’, y no volvieron al comedor hasta que decidimos irnos, Pero después de lo que habíamos visto, tampoco es que nos atreviéramos a pedir un ‘buen’ postre italiano a precios de 16-18 euros. Mejor en otro restaurante, que también os mostraremos para que os quedéis con mejor sabor de boca. Sobre los camareros debemos decir, al margen de lo sucedido con el postre, que fueron correctos al principio, aunque la despedida fue ya en la calle, mientras echaban un cigarrillo.
El precio de esta comida en La Rosetta fue de 170 euros, precio por el que una pareja puede comer mejor que bien en más de una docena de restaurantes con una estrella Michelin en España. Ya sabéis que no acostumbramos a explicaros las malas experiencias que tenemos en los restaurantes, pero en ocasiones como esta, en la que por desconocimiento se puede obedecer a recomendaciones de boca-oreja en un país desconocido y también a las de redes como TripAdvisor, que a menudo dejan mucho que desear, nos parece que puede servir para evitar más decepciones, no por considerar que es un restaurante Michelin, sino por pagar platos simples a precio de oro.
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