Los países desarrollados tienen una legislación sobre la presencia de micotoxinas en los alimentos, reglamentación que obliga a las buenas practicas agrícolas y protege a seres humanos y animales de micotoxinas como las aflatoxinas y las fumonisinas, sustancias tóxicas que son generadas por diferentes especies de hongos que suelen aparecen en los cultivos que están expuestos a elevadas humedades durante bastante tiempo, o por el contrario, sufren sequías severas y otras condiciones que se suelen dar en países cuyos climas son húmedos y cálidos, como una buena parte de los países en vías de desarrollo.
Pues bien, el IARC (Centro Internacional de Investigaciones sobre el Cáncer) considera que los países desarrollados están protegidos, pero el problema de la contaminación por micotoxinas en los alimentos ha sido ignorado en los países en vías de desarrollo durante mucho tiempo, considerando que es necesario tomar medidas. Según el informe titulado “Control de las micotoxinas en países de ingresos medios y bajos” realizado por el IARC, se calcula que unos 500 millones de personas que habitan en los países más pobres del África Subsahariana, Asia y América Latina, están expuestos a este tipo de toxinas debido a que su dieta básica está formada por maíz, cacahuetes y otros cereales en los que suelen aparecer los hongos que generan estas sustancias tóxicas.
Hace ya bastantes años que el IARC clasificó las aflatoxinas como un elemento cancerígeno, encontrando una clara relación con el cáncer de hígado en los seres humanos, a esto hay que añadir que provocan el retraso del crecimiento de los niños y se baraja la posibilidad de que estas toxinas puedan tener un impacto mucho más significativo en la salud de los habitantes de países en vías de desarrollo. En estos países no se ha puesto mayor énfasis para proteger a la población de las micotoxinas con las medidas oportunas, algo que el IARC considera prioritario.
En el informe se evalúan 15 medidas contra las micotoxinas, de las que cuatro fueron seleccionadas para ser puestas en marcha. En este paquete de medidas se considera, por ejemplo, diversificar la dieta para reducir la ingesta de aflatoxinas y fumonisinas, o mejorar y optimizar el sistema de almacenamiento de los alimentos donde proliferan los hongos que producen estas sustancias. Pero estas medidas sólo se pueden aplicar con un modelo de desarrollo económico, algo complicado en muchos de estos países pobres si no cuentan con la ayuda de los países desarrollados.
En países como China, en algunas zonas el nivel de aflatoxinas era extremadamente elevado, el Gobierno puso en marcha un sistema para mejorar el desarrollo económico de la población, favoreciendo la sustitución del consumo de maíz por el consumo de arroz, un cereal básico en el que la proliferación de los hongos es menor y por tanto la presencia de las aflatoxinas se enmarca en valores aceptables. Hay que decir que en esas regiones de China la tasa de cáncer de hígado era elevada, gracias al cambio en la dieta se ha logrado reducir significativamente esa tasa.
Medidas como la de retirar el cereal almacenado en el que han proliferado los hongos productores de micotoxinas es otra medida a tener en cuenta para reducir la exposición de la población a estas sustancias perjudiciales para la salud. En el almacenamiento hay que poner en marcha sistemas que garanticen que los alimentos están en condiciones óptimas para evitar la proliferación de los hongos, que los cultivos se sequen correctamente y sean almacenados evitando la humedad, y tratar los alimentos almacenados con sustancias que reduzcan la presencia de los hongos, pero la realidad es que en algunos países no se pueden llevar a cabo las medidas indicadas si no se ofrece la ayuda económica necesaria.
El IARC explica que los países industrializados están protegidos por la legislación contra las micotoxinas, pero hay que recordar que la seguridad en ocasiones parece algo secundaria. En el año 2009 la EFSA (Autoridad Europea de Seguridad de los Alimentos) anunciaba que se incrementaban los niveles de aflatoxinas en determinados frutos secos al considerar que no existe ninguna complicación para la salud humana, se aumentó el valor en seis microgramos por kilo, pasando de 4 a 10 microgramos. Esta medida se tomaba para facilitar el comercio internacional, elevando el riesgo que representan estas sustancias tóxicas para los seres humanos.
Estos países de medianos y bajos ingresos deben cumplir las estrictas regulaciones de los países desarrollados si quieren exportar sus alimentos, por ello se seleccionan aquellos cultivos cuyo nivel de aflatoxinas y otros elementos tóxicos cumplen con las exigencias de los países desarrollados, el resto de alimentos cuyos valores superan los máximos permitidos se los queda el país y con ellos se alimenta una población que no puede acceder a alimentos de mejor calidad.
El IARC quiere poner en relieve este problema para que la UE contribuya a solucionar el problema, así mismo, manifiesta su deseo de que se creen asociaciones entre los gobiernos, organizaciones internacionales, ONGs, empresas alimentarias, etc., para tomar medidas contra la contaminación por micotoxinas en los alimentos de los países en vías de desarrollo. El IARC manifiesta que tiene la intención de conocer en profundidad como afecta a la infancia la exposición a estas toxinas, ya que son el futuro motor de desarrollo de estos países. El informe, al que podéis acceder a través de este enlace (Pdf) es muy completo, habla de todos los problemas que producen las micotoxinas en la salud y proporciona detalladamente las estrategias de intervención que se pueden llevar a cabo.
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