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jueves, 23 de marzo de 2017

Sensores para controlar el transporte de la fruta

Empa

El transporte de productos frescos, como por ejemplo la fruta, es uno de los eslabones de la cadena alimentaria que en ocasiones supone el mayor gasto y es responsable del incremento del precio en el punto de venta final. El transporte está condicionado por la distancia que debe recorrer la fruta desde el punto de producción, hasta que llega a los expositores del supermercado, por su vida útil y por el propio valor del producto. Hay muchos factores responsables de que la fruta llegue en buenas condiciones al consumidor, cómo se realiza la carga, cómo está protegida, la temperatura a la que se mantiene, la humedad relativa, la ventilación o circulación de aire, etc.

Es decir, el transporte es más importante de lo que pueda parecer para que la fruta llegue en óptimas condiciones al consumidor final, por supuesto, hablamos de fruta recogida en su punto óptimo de maduración, no de fruta cortada en verde, práctica que permite reducir algunos problemas asociados al transporte en detrimento del sabor y calidad. En este sentido, expertos de Empa (Laboratorios Federales Suizos de Ciencia y Tecnología de Materiales) han desarrollado unos sensores para controlar el transporte de la fruta encargados de registrar distintos parámetros para determinar si el alimento ha viajado en condiciones óptimas, lo que reduce mermas y pérdidas.

Muchas de las frutas que podemos encontrar en el mercado han viajado largas distancias y han pasado por muchas manos y procesos (es lo que tiene la globalización alimentaria), la recogida, el empaquetado, el refrigerado, el envasado, el transporte, el almacenamiento, la distribución y finalmente la exposición. Se suele inspeccionar con frecuencia la carga, pero lamentablemente parte de esta carga se daña o ha perdido su vida útil durante el viaje. Aunque se cuenta con sensores que miden la temperatura a nivel general, así como otros parámetros (en algunos casos), se dispone de otros sistemas más precisos que miden las condiciones en el núcleo de la fruta, es decir, insertar un sensor en el interior de una pieza de fruta, pero es un método invasivo que ofrece datos distorsionados, ya que se deben colocar en las primeras cajas de la carga cercanas a la parte exterior del compartimento de transporte.

Este problema se soluciona con la fabricación de frutas artificiales que se pueden colocar en cualquier punto de la carga, con ellas se puede saber si se han cumplido las pautas marcadas para el transporte, como por ejemplo, la temperatura de conservación. No es la primera ni la última vez que no se cumplen estas pautas que tienen como consecuencia la destrucción de parte o de toda la carga. Los nuevos sensores desarrollados por Empa están colocados en un soporte fabricado con impresión 3D, que emula la forma y composición de la fruta, se imita perfectamente la cáscara y la pulpa o carne interior, que se fabrica con agua, hidratos de carbono y poliestireno.

Control del transporte de la fruta

El resultado es una pieza de fruta de imitación capaz de ofrecer resultados precisos sobre las condiciones de transporte. Esta se coloca en la carga en su punto de origen, y una vez que llega a su destino, simplemente se deben extraer los datos y analizarlos de una forma relativamente fácil y rápida. Si no se han respetado algunas condiciones en el transporte, se puede proceder a la reclamación correspondiente. Esta información es importante sobre todo si la carga se ha asegurado y se ha de determinar quién debe asumir la pérdida. Si la entrega no cumple con los requisitos de calidad, el sensor se puede utilizar para establecer en qué momento de la cadena de almacenamiento y transporte algo falló con consecuencias para la carga.

De momento la empresa comenta que las pruebas que han realizado con los sensores desarrollados son satisfactorias, aunque no funcionan con todo tipo de frutas, por lo que se está llevando a cabo el desarrollo de nuevos sensores específicos para cada una. El nuevo sensor proporciona datos mucho más precisos al simular el comportamiento de una verdadera pieza de fruta sometida a diferentes temperaturas y condiciones. La información de los sensores se debe recoger directamente de la pieza sintética de fruta, pero se puede desarrollar la tecnología para que los datos puedan ser transmitidos de forma inalámbrica, aunque esto encarecería el precio de los sensores que, actualmente, son bastante económicos, unos 50 francos suizos (unos 46 euros).

Las piezas de fruta espía pueden contribuir a que la carga llegue en perfecto estado, ya que los responsables de transporte procurarán tener la máxima cura de ella al saber que se controla minuciosamente. Posiblemente a las empresas importadoras de productos frescos les resulte de interés el nuevo sensor, ya que se traduce en una mayor garantía en el transporte de la carga, en una menor cantidad de mermas y en la oferta de un buen producto al consumidor final. Podéis conocer todos los detalles de las frutas sintéticas con sensores a través de la página web de Empa.

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