Según explica la directora ejecutiva de la Royal Society for Public Health (RSPH), organización independiente cuya finalidad es mejorar la salud y el bienestar de la población a través de la información, la educación y el apoyo a personas y comunidades para que vivan de forma saludable, sería interesante que las etiquetas alimentarias integraran información sobre la actividad física equivalente para quemar las calorías que aportan los productos.
Shirley Cramer considera que las etiquetas de los alimentos no sólo deben proporcionar información nutricional, también deben ayudar a que las personas sean conscientes de la energía que consumen, ayudándoles de este modo a cambiar su percepción y comportamiento ante los productos que adquieren. La experta asegura que introducir la actividad física equivalente al lado de la información sobre las calorías que tiene una ración de un producto mediante el uso de símbolos en los que se muestre cuántos minutos de ejercicio físico serían necesarios para quemarlas, animaría a los consumidores a ser más activos físicamente para evitar el riesgo de sufrir sobrepeso.
Según la directora de la RSPH, un 66% de la población de Reino Unido sufre sobrepeso u obesidad, por ello es prioritario llevar a cabo iniciativas innovadoras que ayuden a cambiar el comportamiento de los consumidores ante la comida. Existe poca evidencia de que el etiquetado semáforo establecido en el Reino Unido, así como la información nutricional de los alimentos y las bebidas, hayan contribuido en un cambio de comportamiento en los consumidores. Con la convicción de que el etiquetado de los alimentos debe proporcionar algo más que información, considera como idea innovadora la introducción del concepto “actividad física equivalente”.
El uso de los símbolos que muestren la relación entre las calorías que contiene el producto y el ejercicio físico que se necesita para quemarlas, es mucho más fácil de entender, especialmente para los grupos de la sociedad con economías más limitadas y con pocos conocimientos sobre nutrición y salud. Según los estudios previos, esta información motivaría a los consumidores a reducir la cantidad de producto que consumen o modificar la elección de los alimentos en base al tiempo de ejercicio físico que realizan, ya que lo asociarían perfectamente a lo calórico que puede ser un producto.
Hablando de esos estudios previos, hay que decir que son encuestas que se han realizado para conocer la opción de los consumidores sobre este formato de etiquetado. Según los resultados, más de la mitad de los consumidores (53%) manifiestan que cambiarían de forma positiva su comportamiento al conocer el tiempo de actividad física que es necesario en relación al contenido de calorías. Aseguran que reducirían el tamaño de las raciones, elegirían alimentos más saludables o aumentarían el tiempo que dedican al ejercicio físico, en cualquiera de los casos, sería una ayuda para reducir el índice de sobrepeso y obesidad.
Shirley Cramer reconoce que se trata de una encuesta y no se sabe a ciencia cierta si se produciría un cambio significativo en el consumidor al incluir este tipo de información, pero estos primeros resultados son esperanzadores y prometedores. No se puede reducir el índice de obesidad centrándose en la dieta o la actividad física, los consumidores tienen que crear una relación equilibrada entre las calorías que consumen y las calorías que gastan. Por otro lado, anteriormente se han realizado investigaciones como esta publicada en la revista científica Nutrition Journal, sobre los beneficios de la introducción de la información sobre la actividad física equivalente mediante una figura que representa a una persona caminando y el tiempo que debe caminar o los kilómetros que se debe recorrer. Los resultados mostraron que esta información era fácil de entender y podría ayudar a que los consumidores cambiaran de hábitos.
La experta comenta que este tipo de información no es la panacea contra la obesidad, la información sobre la actividad física necesaria no sería perfecta, ya que habría que tener en cuenta algunos parámetros, pero quizá sea un buen comienzo para intentar poner freno al índice de sobrepeso y obesidad. Otros expertos dudan de la eficacia del sistema y explican que podría tener consecuencias negativas en aquellas personas que sufren trastornos alimentarios, pero el mayor desafío existente es el de poner freno a la obesidad, por lo que las etiquetas de balance energético serían una ayuda más.
Por último Shirley Cramer considera que el etiquetado de la actividad física invitaría a las personas a empezar algo, a intentar cambiar de hábitos y en definitiva, a cuidarse un poco más. Es preferible proporcionar la información y que sean los consumidores quienes decidan en vez de imponer limitaciones sobre la ingesta de alimentos. El envasado y etiquetado de los alimentos se rige por la legislación europea, las regulaciones introducidas exigen de forma obligatoria las declaraciones nutricionales, y la experta comenta que posiblemente este tipo de cambios en el etiquetado sean de poco interés para la industria alimentaria y la UE.
Por ello considera que se deberían desarrollar nuevos estudios sobre los efectos de mostrar la actividad física necesaria para quemar las calorías, incluidos los posibles efectos perjudiciales. Si se demuestra que es una medida eficaz, se solicitará a la industria alimentaria y a los legisladores que lo pongan en práctica como una medida más para luchar contra la obesidad. Podéis conocer todos los detalles de la opinión de la directora ejecutiva de la Royal Society for Public Health a través de este artículo publicado en BMJ (British Medical Journal).
Foto | Runner’s World
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