Un estudio desarrollado por expertos de la Universidad de Washington, ha analizado el contenido de arsénico de 65 muestras de vino procedente de los cuatro principales Estados productores de vino de Estados Unidos, Nueva York, Washington, Oregón y California, concluyendo que prácticamente todas las muestras contenían un nivel de arsénico que supera el máximo permitido en el agua potable determinado por la EPA (Agencia de Protección Ambiental) y que se establece en 0.010 ppm (partes por millón) por litro de agua. En el análisis se estableció que el contenido de arsénico variaba entre 0.010 ppm (máximo permitido) y 0.076 ppm, siendo la media del total de muestras de 24 partes por millón.
A la vista de los resultados, se puede decir que la mayoría de los vinos tintos estadounidenses tienen un elevado nivel de arsénico, sin embargo, otro estudio que trata sobre el consumo de arsénico en Estados Unidos y concretamente sobre la exposición dietética total al arsénico a través de diferentes bebidas y alimentos, concluye que los riesgos para la salud derivados de la ingesta de este elemento tóxico depende de la suma total de la ingesta de alimentos que lo contienen, como por ejemplo las barritas de cereales o el arroz. Si se abusa del vino, el arroz, el zumo de manzana y los mariscos, la suma total de arsénico debe preocupar por la elevada exposición y por ser un riesgo potencial para la salud.
Muchos estudios realizados sobre los efectos del arsénico en la salud, han concluido que una elevada ingesta de este elemento químico puede causar diferentes enfermedades, daños cromosómicos e incrementar el riesgo de sufrir cáncer. En muchos casos el arsénico llega de forma natural a la cadena alimentaria, a través de los agentes medioambientales como puede ser la lluvia o el viento que erosionan las rocas que contienen este metaloide tóxico y que termina accediendo al agua y a la tierra, por lo que se podría decir que es irremediable su presencia en algunos alimentos y bebidas.
Los expertos de la Universidad de Washington comentan que han llevado a cabo la primera investigación hasta la fecha revisada por pares, método para validar el trabajo y rigor científico antes de su publicación, sobre el análisis del contenido de arsénico en el vino, confirman que los vinos estadounidenses tienen más arsénico que los vinos europeos debido, probablemente, a la geología de las regiones productoras estadounidenses. Hay que recordar que el pasado mes de marzo se presentaba en California una demanda contra algunas de los principales productores vinícolas de Estados Unidos por comercializar vinos con alto contenido en arsénico, las pruebas fueron aportadas por los análisis realizados por un laboratorio de Denver.
En esta ocasión se habían analizado 1.300 muestras de vino, concluyendo que una cuarta parte superaba el contenido máximo permitido de arsénico establecido por la EPA para el agua. Dado que la regla se aplica al agua potable, las compañías de vino demandadas argumentan que no sería exacto o responsable aplicar la normativa estándar del agua al vino, principalmente porque se consume más agua que vino. No están de acuerdo con este argumento algunas asociaciones de consumidores y otras organizaciones, consideran que la misma regla se debería aplicar a todas las bebidas, no importa el tipo de líquido o alimento que contenga el elemento tóxico, no se debe condicionar el nivel de arsénico al patrón de consumo, además, no se puede descartar que algún consumidor pueda beber de forma habitual más vino que agua, de todo ello hablábamos en este post.
Volviendo a la investigación de la Universidad de Washington, el estudio se centró en los vinos tintos de los Estados productores indicados, ya que el arsénico que las plantas absorben del suelo tiende a concentrarse en la piel de la uva, de ahí que se descartara realizar un análisis de los vinos blancos. También se analizó el contenido en plomo de los vinos, determinando su presencia en un 58% de las muestras, aunque sólo el 5% superó el valor máximo permitido establecido por la Agencia de Protección Ambiental. Según los resultados, los vinos producidos en el Estado de Washington son los que mayor concentración de arsénico tienen, con un promedio de 28 ppm, mientras que los vinos tintos producidos en el Estado de Oregón son los que tenían un contenido más bajo, siendo la media de 13 ppm. Los expertos explican que se han encontrado pruebas que relacionan el elevado nivel de arsénico de los vinos de Washington, con los residuos derivados del uso de pesticidas arsenicales que se usaron sobre todo en las primeras décadas del siglo XX.
Sobre este estudio publicado en la revista científica Journal of Environmental Health que trata la exposición dietética total al arsénico a través de alimentos como los zumos, leche, agua, vino, arroz, salmón, etc., se ha concluido que la cantidad de arsénico que un niño o un adulto pueden obtener a partir de cada fuente alimentaria, estaría muy cerca del umbral de riesgo establecido por la agencia estadounidense para sustancias tóxicas y registro de enfermedades. Según los datos de esta investigación, un bebedor de vino consumiría de esta fuente única un 10-12% del total máximo permitido de la ingesta diaria de arsénico, pero si además esta persona consume grandes cantidades de alimentos como el arroz, el atún, etc., se podría superar el nivel máximo permitido que se considera seguro.
Otros ejemplos, una persona que consuma con frecuencia arroz que contenga arsénico, podría ingerir una dosis de este elemento de entre un 41% y un 101% de la dosis máxima diaria recomendada. Parece evidente que la suma total de alimentos es mucho más peligrosa que si se analiza cada producto de forma individual, por ello los expertos apuntan que es necesario tomar las medidas oportunas para intentar eliminar estos contaminantes, especialmente en aquellos productos en los que se ha constatado un elevado contenido de arsénico.
Los investigadores opinan que en vez de luchar contra las bodegas, aludiendo a la demanda colectiva contra algunos de los principales productores vinícolas de Estados Unidos por comercializar sus vinos con un elevado nivel de arsénico, lo mejor sería alentar a los consumidores para que evaluaran su dieta y consultar a los especialistas médicos en caso de duda, es decir, que adapten su alimentación para que contenga la menor cantidad de arsénico posible. Pero todos estos argumentos no son una excusa para que no se aplique en el vino el nivel máximo de arsénico permitido en el agua potable determinado por la EPA. Podéis conocer todos los detalles de la investigación a través de este artículo publicado en la página de la Universidad de Washington.
Foto | Simon Cocks
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