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lunes, 13 de febrero de 2017

¿Instagram contribuye al desperdicio alimentario?

Informe de Sainsbury

Un informe presentado por Sainsbury, la segunda cadena de supermercados más grande del Reino Unido, considera que redes sociales como Instagram, contribuyen al desperdicio alimentario. La razón es que una buena parte de los consumidores menores de 35 años, especialmente los que corresponden a la Generación del Milenio, son los que más residuos alimentarios generan, compran ingredientes desconocidos o inusuales a fin de poder elaborar una receta específica, cuya fotografía lucirá muy bien en su perfil de Instagram.

Explican que este grupo de consumidores de entre 18 y 34 años vive para comer, la comida es más un placer que una necesidad para ellos, lo que provoca un mayor gasto en alimentos y también un aumento del desperdicio alimentario por varias razones. Un ejemplo es el uso de ingredientes atípicos o exóticos que después de preparar una receta no usarán más y acabarán en la basura. Algunos expertos comentan que las generaciones más jóvenes son más exigentes en lo que respecta a la comida, algo que ha propiciado contar con una dieta mucho más amplia y rica.

Con un menú tan cambiante es mucho más difícil controlar los residuos alimentarios y planificar los menús semanales para aprovechar los alimentos. A esto hay que sumar que el modo de vida, en el que se dedican muchas horas a las actividades laborales y a otras cuestiones que no son la cocina, provoca que irremediablemente no se puedan gestionar correctamente los alimentos a fin de no generar desperdicio.

Según los resultados de un estudio elaborado por Wrap (Waste & Resources Action Programme) sobre el desperdicio de alimentos realizado en los hogares del país, se puede decir que los programas contra los desperdicios no tienen el impacto deseado, en el año 2012 en los hogares del Reino Unido se desperdiciaron 7 millones de toneladas de alimentos, en el año 2015 esta cifra se incrementó a 7’3 millones de toneladas. El informe de Sainsbury junto a la investigación desarrollada por Wrap, estiman que se podrían evitar 4’4 millones de toneladas de residuos alimentarios en los hogares, siendo causas principales la falta de planificación y el exceso de compras de alimentaros.

Tras realizar una encuesta a 5.050 personas, en el estudio de la cadena de supermercados se llegó a la conclusión de que casi la mitad de los participantes con edades comprendidas entre los 18 y 24 años tenían pocos conocimientos de cocina, cifra que se reduce al 12% en los mayores de 65 años. Los datos muestran que las generaciones más mayores generalmente realizan compras más inteligentes que la generación del milenio, además gestionan mejor la despensa y utilizan las sobras alimentarias.

Desperdicio de alimentos

Algunos expertos comentan que atrás ha quedado la época en la que los menús semanales tenían poca variación, comiendo prácticamente los mismos alimentos semana tras semana, algo que no ocurre con la Generación del Milenio, que quiere continuamente diversificar el menú, y esto juega en contra de poder planificar la despensa y aprovechar las sobras. Según el estudio de Sainsbury, elaborar una lista de la compra ayudaría a ahorrar unos 170 euros anuales a los consumidores, de hecho, el 56% utiliza la lista de la compra como medida de ahorro, pero no como medida de gestión que ayuda a controlar la despensa y a reducir el desperdicio.

Este informe ha sido criticado al considerar que no se ajusta a la realidad, Nick Hughes, escritor y editor independiente especializado en temas alimentarios y de medio ambiente, comenta que el informe es una estrategia, una táctica de distracción, ya que en realidad lo que hay que abordar son los problemas estructurales. Otros comentan que no tiene sentido intentar culpar a la Generación del Milenio por el desperdicio de alimentos, las razones de más peso se encuentran en el resto de eslabones de la cadena alimentaria. Muchos consumidores siguen desconociendo lo que hay detrás de unas manzanas que están expuestas en el supermercado, y es un gran volumen de manzanas que han sido desechadas por no ajustarse a los estándares de mercado, y así con todo.

Lo cierto que no es la primera vez que se ha acusado a Instagram de problemas relacionados con la alimentación, recordemos que en el año 2015 nos hacíamos eco de este estudio titulado “Comer con los ojos: Del hambre visual hasta la saciedad digital’, en el que se sugería que la exposición constante a imágenes de alimentos apetecibles a través del teléfono móvil (o redes sociales) podía provocar un aumento de la ingesta de alimentos, en muchos casos ricos en grasas, ya que seduce más un pastel que chorrea chocolate que un plato de espinacas cocidas, lo que a su vez puede derivar en un aumento de peso, es decir, las redes sociales como Instagram contribuían al aumento de la obesidad.

Aunque en el informe que hemos conocido a través de este artículo de The Independent se habla de Instagram, quizá se debería englobar a todas aquellas redes sociales donde se comparten fotografías de comida, por otro lado, es difícil creer que la compra de alimentos considerados inusuales o exóticos sean precisamente una de las causas que contribuyen al importante volumen de desperdicio alimentario existente. A esto hay que sumar que el que tiene poco tiempo en la cocina, opta por comprar un mayor volumen de alimentos preparados, no es extraño que el estudio de Sainsbury, al que podéis acceder a través de este enlace, haya sido criticado.

Foto | Brigham Young University

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