La presentación de la primera hamburguesa in vitro marcó un antes y un después, al demostrarse que era posible producir carne sin necesidad de utilizar animales, desde entonces, han aparecido varias empresas dispuestas a poner en el mercado productos cárnicos alternativos en pocos años, prometiendo que las cualidades organolépticas serían prácticamente idénticas a las que ofrece la carne tradicional. Se puede citar, por ejemplo, la startup israelí Supermeats, cuyo objetivo es la producción comercial de carne de pollo de laboratorio a nivel industrial en un plazo de cinco años.
Se ha hablado mucho de los beneficios que ofrecen estos productos, que son más respetuosos con el medio ambiente, consumen muchos menos recursos que la ganadería tradicional, está libre de antibióticos y de otros productos químicos, no provoca la aparición de pandemias como la gripe aviar, no es necesario matar animales, no hay que pagar más por el producto, etc. Pero a pesar de todos estos beneficios, quedan cuestiones importantes por aclarar, como si estarían los consumidores dispuestos a comer carne de laboratorio regularmente. Estas propuestas cárnicas se han desarrollado centrándose en dar solución a los problemas éticos y ambientales asociados a la ganadería tradicional, pero quizá se ha pasado un poco por alto la actitud de los consumidores ante estas propuestas.
En este sentido, una nueva investigación desarrollada por expertos de la Universidad de Queensland (Australia), ha querido arrojar luz sobre esta cuestión y conocer qué opinan los consumidores y cuál sería su actitud ante la carne de laboratorio o carne limpia, segura y sostenible, como la quieren denominar empresas que trabajan para producir este nuevo alimento, como Memphis Meats. La investigación se centró en los consumidores de Estados Unidos, uno de los países con mayor apetito por la carne, así como por la adopción a las nuevas tecnologías.
Se realizó una encuesta online a 673 personas a las que previamente se les proporcionó información sobre la denominada carne de cultivo, para después preguntarles cuál sería su actitud ante este alimento. Se les preguntó si estarían dispuesto a probar la carne de laboratorio y si la consumirían regularmente, un 65% estarían dispuestos a probarla, aunque sólo un tercio de los encuestados la consumiría de forma regular. Un 31% manifestó que no estaban seguros de consumirla regularmente y un 26% no estaban convencidos de utilizarla como sustituto de la carne tradicional. Como dato significativo cabe destacar que hasta un 53% de los encuestados manifestaron preferir esta alternativa a los alimentos sustitutos elaborados con soja.
En general, la mayoría de los encuestados probarían la carne de laboratorio, un tercio de los encuestados con toda seguridad y un tercio con muchas probabilidades, en cambio, a la hora de hablar del consumo regular, como ya hemos comentado ,sólo un tercio respondió con una afirmación o que la consumirían con toda probabilidad, esto delata que su introducción en el mercado será algo complicada, no como quizá esperarían las empresas productoras. La mayor preocupación de los consumidores es el sabor de la carne in vitro y su falta de atractivo, especialmente en variedades cárnicas que se consideran más saludables, como por ejemplo el pollo. Casi un 80% de los encuestados consideraron que el sabor era un obstáculo importante, pero si se lograba que éste fuera idéntico y auténtico, influiría en su aceptación.
Quienes siguen una dieta vegetariana o vegana consideran que la producción de carne in vitro es un gran avance que trae muchos beneficios, pero son más reticentes a consumirla, por el contrario, los consumidores habituales de carne tenían una peor percepción de estos alimentos, pero estarían más dispuestos a introducirse en su consumo. Un dato curioso, si se elimina la cuestión ética de matar a los animales para obtener el alimento, ¿estarían los consumidores dispuestos a probar otras variedades de carne producidas en el laboratorio, como la carne de perro o de gato, popular en algunas culturas como la asiática?
En la cultura occidental se ha delimitado qué animales son o no aptos para el consumo humano, la carne de perro o de gato no entra en la preferencia, sin embargo, un 4% de los encuestados manifestó que probarían la carne de laboratorio de perro, caballo o gato, es como si el método de elaboración permitiera superar esa delimitación. Las ventajas percibidas en la carne in vitro ya las hemos comentado, más respetuosa con el medio ambiente, menos riesgos de sufrir enfermedades alimentarias y mejora del bienestar animal de forma significativa. Las desventajas apuntadas mayoritariamente son que este tipo de carne se considera un producto poco natural, que puede ser menos sabrosa y que puede afectar de forma significativa al sector ganadero, pudiendo ser el fin del negocio.
Así lo leíamos en una entrevista realizada a Mark Post, creador de la primera hamburguesa elaborada con carne cultivada en un laboratorio, el experto explicaba que la carne in vitro podría provocar el fin de la ganadería tradicional, argumentando todo tipo de motivos. Pero lo cierto es que el arraigo por el consumo de carne tradicional es muy fuerte, y quizá se reduciría la producción, pero no creemos que supusiera su fin.
La resistencia al consumo de este nuevo alimento radica sobre todo en el sabor y el precio, pero estos son dos factores que en gran medida se encuentran bajo el control de las empresas, recordemos que en la actualidad se habla de ofrecer estos productos al mismo precio que los tradicionales, y además se asegura que el sabor será idéntico, pero eso es algo que los consumidores deberán valorar. Sobre la percepción de que se trata de un producto no natural, esta es similar a la que se tiene de los alimentos transgénicos, según el estudio, quienes se oponen a estos alimentos son absolutistas morales, es decir, consideran que los transgénicos deben prohibirse sin importar los riesgos o los beneficios.
Lo cierto es que comparando los resultados con investigaciones anteriores, se aprecia una clara tendencia a la aceptación, hay que tener en cuenta que hablamos de uno de los países con gran pasión por los alimentos cárnicos. Otros consideran mejor otras posibilidades más naturales, como por ejemplo la denominada hamburguesa imposible de Impossible Foods, una hamburguesa 100% vegetal pero con apariencia, textura y sabor que imita perfectamente a la carne tradicional.
En fin, será cuestión de seguir realizando periódicamente este tipo de encuestas para comprobar cómo evoluciona la percepción de los consumidores, pero seguramente la puesta a la venta en el mercado de la carne de laboratorio será un momento decisivo que quizá cambie toda la maquinaria que gira en torno a la producción y consumo de carne. Podéis conocer todos los detalles del estudio a través de este artículo publicado en The Conversatión y en este artículo publicado en la revista científica PLos ONE.
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