La harina de algarroba tiene la apariencia del cacao puro en polvo, quizá es algo más clara, y para muchas personas es su perfecto sustituto porque su sabor es parecido, pero personalmente la similitud en el paladar no se la encontramos. No obstante, esta harina puede utilizarse, como el cacao en polvo, para hacer todo tipo de elaboraciones culinarias, principalmente dulces, bizcochos, galletas, helados, salsas… tiene un sabor particular, tirando a dulzón, y sus propiedades nutricionales la hacen aún más interesante.
La algarroba es fruto del algarrobo (Ceratonia siliqua), un árbol originario de la Cuenca del Mediterráneo que pertenece a la familia de las fabáceas, o sea, que es una leguminosa, y como tal, se presenta en forma de vaina con semillas en su interior. Las vainas del algarrobo han sido un importante recurso alimentario en épocas de escasez, y en la actualidad son utilizadas para la alimentación animal y humana, y también la utiliza la industria farmacéutica.
La albarroba es una vaina de unos 10-20 centímetros de longitud. Cuando alcanzan la madurez, a finales de verano, se tornan de color pardo o negro, y es cuando adquieren el sabor dulzón, como sucede con la mayoría de alimentos vegetales. Para hacer la harina de algarroba hay que retirar las semillas, éstas se emplean para hacer garrofín, también denominada goma de algarrobo o E410, de este producto os hablaremos próximamente.
Las vainas de la algarroba maduras y sin semillas (a lo que se denomina pulpa) se deshidratan, se tuestan y se muelen para obtener un polvo muy fino, es la mencionada harina de algarroba, lista para utilizar en la cocina o para añadir a batidos, yogures, etc., no necesita ser cocinada. Hay que decir que no sólo se contempla como un ingrediente más, también se utiliza en la medicina natural por sus distintas propiedades.
Se dice que la harina de algarroba tiene efecto prebiótico, porque sus fibras ayudan a mejorar la flora intestinal fermentativa. Se ha utilizado como antidiarréico, pero también es laxante, y favorece el peristaltismo correcto. Además, afirman que favorece la curación de infecciones y problemas gastrointestinales, que su contenido en taninos la hace un alimento rico en antioxidantes, además de considerarse antiinflamatoria, saciante y ofrecer beneficios para la salud cardiovascular y del sistema renal.
La harina de algarroba tiene un índice glucémico bajo y se contempla como un buen alimento para incluir en la dieta de muchas personas, deportistas, embarazadas, niños, personas mayores, personas convalecientes, con anemia, celíacos, diabéticos… Es rica en carbohidratos, aproximadamente el 40-50% son azúcares (principalmente sacarosa, glucosa, maltosa y fructosa), también contiene proteínas, 5-10 gramos por cada 100 de producto. Además, es baja en grasas, ronda el 0’6-3%, y son grasas de calidad, como ácido linoleico y ácido oleico.
Los valores nutricionales los hemos visto algo distintos según la marca que hemos comprado, así que os dejamos los del paquete que estamos consumiendo en estos momentos. El aporte calórico de la harina de algarroba por cada 100 gramos ronda las 220 kcal. El contenido en grasas es de 0’65 gramos, el de carbohidratos de 49 gramos, las proteínas se cifran en 4’6 gramos, y la fibra supera los 39 gramos. También hay que destacar su aportación en otros micronutrientes, como el sodio (35 mg), el calcio (348 mg), el hierro (2’9 mg), el potasio (827 mg), el fósforo (79 mg), el magnesio (54 mg), y vitaminas A, B1, B2, B6 y C.
Muy pronto os daremos ideas para incluir la harina de algarroba en vuestra alimentación, veréis que aunque su sabor al probarlo sólo no tiene mucho parecido con el cacao, en las elaboraciones culinarias la cosa cambia, ¿os apetece empezar con un bizcocho? Si queréis hacer algo ya, y bien rico, podéis ver la receta de Macaron de algarroba de Miguel Ángel de la Cruz, o esta receta de los hermanos Torres, más compleja, pero ideal para seguir aprendiendo en cocina.
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