Un estudio desarrollado por investigadores de la Universidad Drexel (Estados Unidos) concluye que se puede transformar el desperdicio alimentario en alimentos de valor comercial con la puesta en marcha de un nuevo modelo para la reutilización de los residuos de alimentos denominado FSSM (Food System-Sensitive Methodology). Se trata de una metodología que se centra en la búsqueda de sistemas para producir nuevos ingredientes alimentarios o alimentos a partir de los desperdicios de productos como las frutas y verduras.
Los expertos citan como ejemplo las bananas, cuando se maduran excesivamente son retiradas de los estantes de los supermercados y pueden acabar en la basura. Este alimento se podría donar a los bancos de alimentos, pero posiblemente, dado el aspecto que muestran y la extrema madurez de la fruta, los expertos comentan que terminaría en el cubo de la basura de este lugar. La solución es transformar las bananas en productos como un helado de bananas, se cambia el aspecto, se otorga mayor valor comercial al producto, y el residuo alimentario prácticamente se elimina.
Crear nuevos alimentos a partir de los desperdicios alimentarios contribuiría a reducir el volumen de alimentos que se tiran a la basura, se obtendrían beneficios económicos, se crearían nuevos puestos de trabajo y se contribuiría a incrementar la seguridad alimentaria, etc. El análisis inicial realizado por los investigadores muestra que la reutilización de los excedentes (descartes de supermercados) puede tener resultados beneficiosos y significativos para los nuevos mercados alimentarios y para el medio ambiente. Se podrían elaborar helados, chips de verduras, mermeladas, productos base para la elaboración de smoothies, tan sólo hay que realizar un estudio sobre cada alimento y buscar el mejor modo para reutilizarlo y explotarlo comercialmente.
Como sabemos, durante los últimos años se ha hablado mucho del desperdicio alimentario en el mundo, sobre todo sabiendo que un tercio de los alimentos que se producen se tiran irremediablemente a la basura. Esto es un grave problema para una población mundial en crecimiento que se estima alcanzará los 9.000 millones de habitantes para el año 2050, a esto hay que sumar los problemas que genera el cambio climático en la producción alimentaria, el estancamiento en la capacidad de producir alimentos debido a que muchos cultivos básicos están en sus límites fisiológicos de crecimiento, o la creciente producción de alimentos que se consideran poco eficientes para alimentar a la humanidad, como por ejemplo la carne, por su elevado gasto en recursos como la tierra y el agua.
Hemos conocido iniciativas interesantes que buscan reducir los desperdicios alimentarios, por ejemplo modelos para comercializar las frutas y verduras imperfectas o feas que no se ajustan a los estándares comerciales, transformar los alimentos a punto de caducar en alimentos liofilizados o alimentos en polvo que se pueden utilizar como ingrediente que tendría una vida útil de hasta dos años. Esta última iniciativa creada por estudiantes de la Universidad de Lund (Suecia) con la finalidad de reducir el desperdicio alimentario en el mundo, se acerca mucho más al modelo propuesto por los investigadores de la Universidad Drexel.
A todos estos proyectos e iniciativas hay que sumar los cambios políticos que se llevan a cabo en algunos países para luchar contra el desperdicio alimentario, como por ejemplo la ley que prohibía tirar alimentos a los supermercados en Francia, y que lamentablemente fue retirada por el Consejo Constitucional del país a causa de un tecnicismo legal, de ello hablábamos aquí. En definitiva, cada vez se realizan más propuestas para acabar con la lacra del desperdicio de alimentos, algo obligado si se desea mejorar la seguridad alimentaria de las futuras generaciones.
Volviendo a la investigación estadounidense, los expertos explican que la donación de alimentos no soluciona el problema del desperdicio alimentario, aunque es cierto que contribuye a reducirlo, la metodología Food System-Sensitive se centra en la búsqueda de modelos de bajo coste para la reutilización de los alimentos. Durante un mes de trabajo se analizó el alimento que no se comercializaría (sobre todo frutas y verduras) en 11 supermercados, estos excedentes se comercializarían a menos de 50 céntimos de euro por kilo, generando unos ingresos mensuales estimados en 7.700 euros. Posteriormente estos alimentos se transformarían en nuevos alimentos como mermeladas, chips, productos liofilizados, etc., logrando volver a poner en el mercado productos de gran valor comercial.
El estudio que podéis leer en este artículo de la revista científica Food and Nutrition Science es interesante, pero hay que tener en cuenta que se habla de una metodología y no se han realizado aplicaciones prácticas, como el ejemplo antes citado de las frutas y verduras liofilizadas elaboradas de alimentos a punto de caducar.
Foto | Mr.TinDC
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