Un curioso estudio desarrollado por investigadores de la Universidad de Adelaida (Australia), concluye que la visita a bodegas influye en los hábitos de compra de los vinos, y además tiene un efecto duradero en el comportamiento de los consumidores. Para llegar a esta conclusión se realizó un seguimiento de más de 3.300 visitantes de 79 bodegas australianas durante un periodo de seis meses, los resultados obtenidos demuestran que este sistema de promoción aplicado a una bodega, marca o región enológica, resulta beneficioso, es decir, el turismo enológico funciona.
Según la investigación, un 54% de los visitantes compró una media de nueve botellas de vino a pie de bodega, pero lo más importante es que la probabilidad de que los consumidores compraran vinos de la bodega visitada en una tienda de vinos, un supermercado, etc., se incrementó en un 50%. A esto hay que sumar que un 16% de los visitantes que nunca habían comprado vino de la bodega que habían visitado, empezaron a comprar sus vinos, lo que muestra que la visita a la bodega y la experiencia que vive el comprador, se traduce en la captación de nuevos consumidores, lo que deriva en un incremento de las ventas.
Según explican los expertos, se han desarrollado estudios similares en otros países, pero en este caso la diferencia radica en el seguimiento que se ha realizado a los visitantes después de haber conocido la bodega, su historia, cómo se elaboran los vinos, etc. Este tipo de seguimiento es algo que no se ha realizado anteriormente y a juzgar por los resultados sería interesante que también se llevara a cabo en otros países para poder conocer los benéficos reales para las bodegas que organizan este tipo de rutas o actividades turísticas. Es cierto que la venta de vinos a pie de bodegas no es significativa, puede representar hasta un 7% de las ventas totales de vino (dependerá de la bodega), pero lo importante es lo que ocurre después de la visita.
Hay más datos relevantes, el 47% de los visitantes que adquirieron vinos en la bodega los consumieron en un plazo máximo de seis meses, lo que demuestra que este tipo de visitas cambia el patrón del consumo de vino, los expertos aseguran que fomenta el consumo de vinos de mayor calidad y más caros. Las visitas también provocan que se sea más propenso a consumir vinos de la bodega o de la región visitada por su afinidad. En la muestra de consumidores participantes en el estudio, se incrementó el consumo medio de vino de forma significativa, como ya hemos indicado en otras ocasiones, es necesario fomentar la cultura del vino y las visitas al lugar de producción son un buen recurso.
Claro, que quizá habría que cambiar el formato de las visitas para que resultaran más atractivas, para algunos consumidores pueden llegar a ser aburridas, sobre todo si se proporcionan demasiados datos técnicos que desconocen y no hay tiempo para explicarlos. Si se logra que la experiencia sea algo más divertida y gratificante, se mantiene el recuerdo en el consumidor y se incrementa la probabilidad de venta de los vinos de la bodega visitada.
Según la investigación, el boca-oreja funciona muy bien, el 83% de los consumidores que visitaron una bodega recomendaron la visita a conocidos, amigos y familiares dentro de los tres primeros meses de su paso por ella. Los expertos de la Universidad de Adelaida explican que el impacto de una visita es mucho más significativo que el que pueda brindar la venta en un mostrador de vino, por ello, dentro de las estrategias de marketing de las bodegas es necesario que se integre un plan de visitas enológicas, ya que influyen en el comportamiento futuro de compra y en la promoción.
Finalmente apuntar que se recomienda que se organice una vista especial, que la bodega sea capaz de ofrecer una buena experiencia, no deben faltar las degustaciones, las explicaciones claras y concisas, un carácter de visita distendido, de este modo se potenciará la cultura del vino y se acercará la región vinícola a los consumidores aumentando las ventas de los vinos que produce.
Según leemos aquí, casi el 40% de las personas que visitan una bodega son más propensos a beber más vino del que bebían, lo que muestra, como ya hemos comentado, que el enoturismo funciona.
La visita a bodegas influye en los hábitos de compra de los vinos
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